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Una fiesta luminosa y solemne en Miguelañez

Decía un escritor una frase que se me quedó grabada: “somos el tiempo que nos queda”. Parece que este pensamiento nos pone tristes pues lo asociamos al tiempo que nos queda por vivir, pero no, al momento el escritor en cuestión apuntaba a otra interpretación que a mí me agradó más: “Somos el tiempo que nos queda dentro de nosotros después de haberlo vivido”
Los sentimientos y añoranzas que experimentamos ahora nos trasladan a tiempos de infancia y adolescencia en este nuestro pueblo de Migueláñez. Los sentimientos no forman parte de la vida, sino que son la vida misma.
Dentro de estas añoranzas conservo en mi corazón la estampa de mi pueblo en la fiesta del Corpus; ese olor a incienso , tomillo y cantueso en la iglesia , los arcos adornando las calles así como los balcones adornados con banderas , colchas y mantones de manila.
Con el paso del tiempo la localidad ha ido perdiendo la actividad de tiempos pasados. Recuerdo como en los años 50 y 60 existían tres escuelas con más de 110 niños, 4 panaderías, 5 bares, pescadería, fábrica de chocolates… Hoy en día la población escasa se halla altamente envejecida; no hay escuela, ni tiendas, y casi los únicos niños que se ven son los de los visitantes de fin de semana de las casas rurales. El Corpus era sin duda, la fiesta más luminosa y solemne del año. Debido a la falta de población se fue perdiendo su celebración, pero gracias al empeño de los vecinos, desde hace cuatro años este día ha tomado especial protagonismo en la vida de Migueláñez.
Ya la víspera por la tarde el alegre repicar de campanas y las solemnes víspera en la iglesia anuncian lo que será el día grande. De buena mañana, el domingo , un grupo de hombres se dedican a cortar ramas de árboles para adornar la escalinata de bajada de la iglesia así como el recorrido de la procesión.
Como en épocas pasadas la iglesias se llena de aroma a incienso y cantueso y la procesión recorre las calles del pueblo visitando esta vez los cinco altares delicadamente adornados con macetas, flores, colchas y mantones de manila.
Concluída la procesión por las calles , todos los numerosos asistentes se reúnen en el parque Juanje para disfrutar de las clásicas rosquillas del Corpus, bollos , sangría… al mismo tiempo que se realiza el sorteo de las donaciones a la cofradía, no faltando el clásico gallo castellano de corral, además este año varios lotes de los excelentes Loncheados Ibéricos Migueláñez así como lotes de vino de cosecha , vinos de Ribera de Duero y hasta lote de productos de belleza. No faltó el reconocimiento a los tres miembros más jóvenes de la floreciente Cofradía de Corpus y Vera Cruz de 5, 4 y 1 año y a la cofrade más anciana de 95 años , así como la distinción al párroco Edwin Anaya que gracias a su colaboración se están recuperando tradiciones pasadas. Acabó el día con una paellada en el bar del Cine, donde reinó la concordia , el humor, el saber estar y el gozar de todos.
Puedo decir que este día he visto como a hijos del pueblo venidos de fuera se les han saltado las lágrimas de emoción al ver como se revitalizan las tradiciones de sus antepasados. Es bonito ver como en esta localidad gracias a estas actividades festivas la unión se hace más patente que es lo que engrandece y mantiene vivo a nuestro querido pueblo.
Desde estas líneas y como presidente de la cofradía de Corpus y Vera Cruz: ¡Gracias a todos por vuestra presencia y colaboración! . ¡Animo y a seguir adelante! ¡ Entre todos revitalizamos el pueblo! .

 

Artículo original de

Moisés Migueláñez Gómez - Migueláñez | 31/05/2016



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